sábado, 19 de septiembre de 2009

Oleo de una mujer con sombrero


Botando las tuercas

Para pasar un largo feriado de fin de semana, decidimos visitar a mi hermano mayor, en la Ciudad de Puerto Plata, en el norte de la isla.
Partimos bien temprano en la mañana, desde Santo Domingo, no sin antes realizar la consabida oración pidiendo protección durante el viaje.
Íbamos toda la familia (mi pareja, los niños y mi madre), mi esposo iba al volante.
Mi hijo varón tenía ocho años en esa época, siempre ha sido muy observador en cuanto al manejo y uso de los vehículos. Decíamos siempre que él sabía tanto de vehículos como nosotros y tal vez más, ya que observándonos había aprendido en teoría, cómo se conducía un vehículo de transmisión manual, y todos los detalles relativo a luces, velocidad, nivel de combustible, etc.
Me percato de que mi esposo va a alta velocidad y le recomiendo disminuir un poco, cuando nos dice Pedrito
- Papi, mami, la camioneta está botando tornillos de las gomas.
- Este muchacho siempre está viendo cosas, dice Pedro, mi esposo.
Al poco tiempo dice el niño nuevamente, ahí va otra tuerca. Nadie le hizo caso.
A los pocos minutos nos detuvimos en un parador a desayunar, cuando retornamos al vehículo nuevamente mi esposo mira por casualidad las gomas del auto, descubriendo que del lado en que Pedrito había visto las tuercas saltar, sólo había una sujetando la rueda, y estaba bastante floja.
Dice el niño con carita de triunfo,
- ¡Se los dije, y no me hicieron caso!